Nubes de algodón plomizo descargan sobre una tarde que el otoño deja en casi nada. Al fondo, árboles y cielo se funden indistinguibles; las sombras se han adueñado del paisaje.
Tras la ventana, donde las gotas visten de lágrimas al cristal, se asoman el viento y el frío
Dentro el calor del brasero caldea el ambiente; tumbado en el sofá, arropado en la camilla apetece ver llover, mientras apuras un café que te calienta las manos y las entrañas, y lees, y lees y ves llover y lees y lees….
En esas tardes, no sé por qué, todos los libros parecen mejores, y la lluvia más hermosa…
viernes, 4 de diciembre de 2009
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